viernes, 18 de marzo de 2016

Camino de la resiliencia.



En ocasiones los padres, con la mejor de las intenciones, cometen errores al repetir el modelo de crianza aprendido, carente de nutrición emocional, con bajos niveles de protección y escaso establecimiento y cumplimiento de normas. 
Vivir una experiencia de sufrimiento en la infancia y adolescencia obliga a aprender a vivir sin un modelo de seguridad emocional, que hace pensar que uno no es querido por los padres y que éstos no tenían la capacidad de ayudar. Hay configuraciones familiares donde los padres dan un modelo de vida donde es más costoso salir a delante y no hundirse, pero este sufrimiento vivido se puede utilizar para encontrar las fortalezas necesarias para llevar una vida con seguridad, afecto, y sociabilidad.
Fijarse en lo que uno ha hecho en el pasado para salir adelante y sentirse mejor. Recordar qué se hizo en aquel momento que todo apuntaba a ser un desastre y no ocurrió esto. Identificar qué sirve para motivarse en la dirección deseada. Identificar las fortalezas, plantear pequeños objetivos que permitan llegar al objetivo final de la independencia. Aceptar los límites, hasta dónde se puede actuar y con quién. Identificar frases y pensamientos del pasado que minan la autoestima y el sentimiento de ser capaz de salir adelante.
Con el tiempo se entiende y respeta las decisiones de nuestros mayores e iguales. Eso no quiere decir que se compartan ni que se tenga que resolver de la misma manera. Aceptar una experiencia no significa que ésta represente nuestra preferencia o que estemos de acuerdo con ella. El camino es vivir una vida aceptando y dando significado a toda experiencia vivida. 
Se puede escribir un cuento con los protagonistas de tu vida y con un final feliz, pese al dolor y sufrimiento.