Fratria y drogodependencia: "Tu no eres como tu hermano".
A lo
largo de la práctica clínica en drogodependencia, y de decenas de entrevistas
familiares, nos encontramos con que muchos de los padres afirman, con elevada
seguridad, que han “hecho lo mismo con todos los hijos”, refiriéndose a que los
han educado, protegido, enseñado, etc., con equidad. Dejando entrever la “mala
suerte” que han tenido con su hijo drogodependiente, prefiriendo buscar causas
exógenas a mirar de puertas hacia dentro de casa. Otros padres entonan la “mea
culpa” con una autoflagelación tan
exagerada que dificulta la implicación de otros miembros del sistema familiar.
Nuestra
perspectiva sistémica dirige la mirada a familias que en cuyo seno tiene al
menos un miembro en la fratria, drogodependiente y cómo las funciones
parentales son percibidas por el hijo drogodependiente y por uno de los
hermanos sin síntoma adictivo. Elegimos de entre numerosas definiciones sobre
parentalidad la de Juan Luis Linares, cómo las relaciones entre progenitores y
sus hijos pueden estar conservadas o deterioradas, tomando esta variable y tres
factores con la que la medimos, la nutrición emocional, la normativa y la
protección, midiendo la percepción en las dos muestras del subsistema de
fratria.
Queremos medir
en nuestra muestra si hay diferencia en la percepción entre hermanos (uno
drogodependiente y otro no), respecto a las funciones parentales (J.L.Linares,
1996). Y como más adelante referimos, planteamos que dentro de la muestra de
toxicómanos las funciones parentales estan menos conservadas respecto a los
hermanos. ¿Percibirán los toxicómanos menos nutrición que sus respectivos
hermanos?. No queremos, ni podemos, señalar una acción causa-efecto entre la
variable (función parental) y el síntoma (drogodependencia), debido a la
multicausalidad de la drogodependencia, referida por muchos artículos publicados.
Simplemente relacionamos, en una parte del estudio, las dos variables
“parentalidad conservada” y “drogodependencia”, medimos y presentamos los
resultados.
Caín responde ante Dios con una cuestión, “¿Acaso soy yo el custodio de mi hermano?”. La custodia, en principio, corresponde
a los padres. Pero no siempre éstos utilizan esta responsabilidad legal y moral
de la mejor manera, o al menos, lo más eficaz posible, por diferentes motivos,
a veces delegan sus funciones como padres a un hijo, (generalmente al
primogénito), o no quedan bien definidas sobre quién responde ante quién. Esta
confusión afecta a los hijos, y entre ellos, al subsistema de hermanos, siendo
cultivo de posibles rivalidades, comparaciones, deslealtades, … y en el peor de
los casos, patologías.
Os adjunto el artículo de mi trabajo como un resumen de los resultados.
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