jueves, 3 de abril de 2014

Adolescencia, familia y drogas

La adolescencia, etapa de transición cada vez más larga entre la infancia y la edad joven adulta, conlleva una crisis de identidad, falta de empatía y transgresión de la norma, entre otras conductas disruptivas. El adolescente transgrede para medir la fortaleza de su entorno, para sentirse identificado con la diferencia, con sentirse auténtico y diferente a sus referentes más próximos, los paternos. Es una etapa donde el consumo de sustancias tóxicas conlleva grandes riesgos para la salud física y psíquica como la intoxicación, comas etílicos, actos delictivos... que inciden en los trastornos de personalidad hasta el posible desarrollo de una dependencia al consumo de sustancias y otros trastornos de conductas adictivas. 

El entorno familiar responde con temor e impotencia ante la potente respuesta del adolescente, en ocasiones dejando pasar el tiempo y vivir como si hubiesen perdido a un hijo, en otras confrontándolo con amenazas y castigos que nunca se cumplen alimentando el poder del adolescente, y pocas pero entiendo que cada vez más, pidiendo ayuda a recursos especializados y talleres de padres para que les orienten sobre cómo actuar con su familiar. Pero las respuestas que mejor puede ayudar al adolescente son la normativa en la que van asociadas las consecuencias (tanto si se cumple como si no) y la protección frente al entorno;  junto con una comunicación familiar fluída disponible para cuando el adolescente quiera, no tanto para cuando quieran los padres (riesgo que tenga los auriculares puestos); el refuerzo de las conductas positivas así como el reconocimiento de sus éxitos; y nutrirle una identidad basada en la seguridad de ser alguien válido y querido para sus padres y para los demás. 

En demasiadas ocasiones, damos por sentado que el otro sabe lo mucho que lo queremos. Y a todas y todos nos gusta oir que nos aman.


Cómo interactuar con un adolescente adicto al cannabis


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